Cuando era pequeña
siempre me regalaban libros por mi cumpleaños, aunque tengo que reconocer que
nunca había tenido afán por la lectura. Recuerdo la estantería de mi cuarto
repleta de libros, pero ninguno me llamaba la atención, no sentía curiosidad por
saber de qué hablaban. Hasta que un día llegó a mis manos un libro titulado Kika Superbruja en busca del tesoro.
Nada más ver la portada del libro ya me llamaba la atención por conocer qué
historia se hallaba en su interior. A medida que fui leyéndolo me sentía
identificada con la protagonista, una chica aventurera y valiente que se
enfrentaba a peligros y superaba todo tipo de adversidades para poder conseguir su objetivo. Después de leerme este libro, continué leyendo toda
su serie de libros.
Posteriormente, empecé a
leer la famosa serie de novelas fantásticas denominada Harry Potter. La recuerdo con mucho cariño, ya que cada vez que la leía imaginaba que el mundo de la magia existía en la realidad y que todo lo que
se narraba era cierto. Las aventuras de Harry Potter, Hermion Granger y Ron
Weasley hacían trasladarme a un mundo mágico que nunca quería abandonar.
Seguidamente, comienza mi deseo por la lectura poética. Recuerdo a mi madre
leerme un libro llamado Rimas y Leyendas de
Gustavo Adolfo Bécquer. Cada vez que escuchaba esos versos algo se estremecía
dentro de mí y me incitaba a querer saber más sobre este mundo poético. Por lo
que empecé a buscar por mi misma poesía, leyendo poemas de Federico García
Lorca, Pablo Neruda, Gloria Fuertes, etc.
Por otra parte, en el
instituto recuerdo un libro que me encantó y de hecho lo he releído después.
Este libro se titulaba El mundo de Sofía,
es un libro en el que se trata la filosofía de una manera especial, ya que cuenta la historia de una niña que recibe una carta de
un filósofo. Desde este momento y hasta día de hoy
la filosofía es una materia que me apasiona, puesto que trata cuestiones en
relación con la existencia, la belleza, la moral, la verdad, etc. Y todo ello me llama mucho la atención.
Finalmente, llegamos a
mi etapa universitaria en la que considero que ya tenía un cierto criterio para
saber que me gustaba y que no. Como apasionada de la lengua italiana, decidí
leer un libro sobre arte italiano llamado La
muerte de Venus, este libro me trasladaba a la Florencia de aquella época,
cumbre del Renacimiento italiano. Con cada
fragmento leído se creaba en mí un deseo por saber más y más sobre todo lo
que rodeaba la cultura italiana.
En definitiva, podría
decir que mi trayectoria lectora ha sido muy diversa, pero desde hace 5 años mi
corazón de lectora es mitad italiano.
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